LEÓN SALVADOR “EL MANCHAO” (1874-1949)
El tiempo pasa inexorablemente y con ello se producen cambios en la sociedad que provocan la desaparición de costumbres y ciertos hábitos, y de ahí que gran parte de profesiones y oficios hayan perdido su función en ella. En este proceso de cambio, en que la tecnología y las nuevas formas de hacer negocio mandan, se han visto relegados al olvido personajes que dieron fama y semblante a un oficio. Por ello, he querido traer en esta cita la figura de León Salvador conocido como el mejor charlatán de la historia de este país y un genio en el ámbito del comercio ambulante.
Según el Diccionario de Autoridades de 1729 un charlatán es un hablador, que gasta multitud de palabras sin substancia ni discrecion, fiado en la apariencia y sonido de las voces. Por su parte la Real Academia lo define como una persona que se dedica a la venta ambulante y que anuncia a voces su mercancía, así como un embaucador que se dedica a engañar aprovechando la inexperiencia del engañado.
En el caso de León Salvador ninguna de las dos definiciones se ajusta a su perfil, ya que no se trata de ningún fulero, pues no solo era un hombre inteligente y buen orador, como lo atestiguan los relatos de los que le conocieron, sino además un genio de la propaganda y dotado de una enorme generosidad.
Las anécdotas de su vida fueron numerosas y muchas de ellas recogidas por la prensa que le dedicó copiosos reportajes. El periodista Francisco de Cossio en un ensayo editado el 7 de octubre de 1925 en El Norte de Castilla admiraba de él no solo su aptitud oratoria sino también la psicológica, la de conocer perfectamente las capacidades económicas así los gustos y debilidades de su público1 https://www.grixasalbas.com/wp-content/uploads/2020/05/elnortedecastilla-val-19251007-001.pdf, en el mismo diario en el año 1937 una glosa firmada por J. Romero-Marchent afirma que León Salvador es el «genio creador de un nuevo estilo del comercio ambulante», y por su parte el folklorista Joaquín Díaz destaca el fuerte poder de comunicación de este personaje vallisoletano2 https://funjdiaz.net/a_articulos2.php?ID=20055. Su oratoria hizo famosa la expresión: “Hablas más que León Salvador”.
Se inició en la interpretación en compañías teatrales al lado de destacados comediantes y afamados actores de la época como Emilio Carreras, José Mesejo o el vallisoletano Anselmo Fernández. Esa experiencia la aprovechó durante toda su vida y le sirvió para destacar dentro del mundo de la venta ambulante.
Años más tarde conoció al mago e ilusionista Enrique Onofroff cuyo éxito estaba avalado por sus múltiples admiradores, entre los que se encontraba Salvador Dalí. Poseía un carácter bromista y burlón y cuentan de él la siguiente anécdota de uno de sus viajes a Marruecos:
«se encontró en un zoco con un vendedor de huevos y preguntó el precio. Pagó un dirham por uno de ellos y procedió a abrirlo allí mismo. Ante la incredulidad del vendedor, sacó una moneda de entre las cáscaras. Onofroff compró otro huevo y repitió el truco hasta tres veces. El vendedor, sorprendido, recogió su puesto, se fue detrás del zoco, escondido, y empezó a cascar huevos para encontrar monedas. Al percatarse de que había sido engañado, después de desperdiciar la mercancía, empezó a maldecir y a buscar al mago, en una persecución a la que se sumó una turba enfurecida que lo quería linchar, siendo al final rescatado por un amigo con un Jeep de la legión» 3 https://www.diariodeibiza.es/pitiuses-balears/2019/06/23/onofroff-hombre-trajo-magia-eivissa/1075147.html.
Onofroff utilizaba como médium a León Salvador, quien se dejaba hipnotizar por cinco duros diarios aguantando los pinchazos de los incrédulos cuando fingía estar en estado hipnótico. Juntos hicieron unas cuantas funciones en cines y teatros de Barcelona y Figueras: «Recuerdo que una noche un pinchazo, que era una estocada, me hizo abandonar al maestro saltando desde un balcón del teatro a la calle mientras me perseguían mis defraudados pinchadores y a raíz de esto me despedí del ilusionista». León Salvador a modo de gracia afirmaba haber aprendido de Onofroff en cierta forma el arte del «dominio sobre las multitudes» 4 https://gw.geneanet.org/lsalvador1?lang=en&n=salvador+pascual&oc=0&p=leon.
Es posible que de la etapa con el prestidigitador, León aprendiese ciertas argucias que utilizaba para embaucar a la gente, sometiendo en ocasiones al público con juegos de magia. De un sombrero donde guardaba el dinero simulaba coger algún billete a la vez que exclamaba: ¡San Antonio, hoy me arruino! y lo que parecía un billete no era más que un recorte de periódico, o ¡El que se lleve el reloj y la cadena se llevará también lo que contengo en mi puño cerrado!, abriendo su mano y mostrándola vacía al público. Remataba la faena con un par de sus frases más recurrentes: ¡qué granuja soy! ¡cómo os engaño! Pero el comprador no siempre se sentía engañado, pues había veces que cuando abría la mano, en ella escondía un reloj, una cadena, una sortija y veinte duros en dinero.
El «manchao» calcó la estética y el lujo de los antiguos charlatanes. Su imagen impecable se confundía con la de grandes señores y banqueros mientras viajaba en un Ford descapotable de los primeros que se vieron en España. Sus imitadores, los «novilleros» como él decía, tenían que sacar «billetes de tacón de carretera» (hacer el camino andando).
El Charlatán daba importancia a todos los detalles. Sus tenderetes estaban identificados con grandes pancartas en las que se podía leer: «LEÓN SALVADOR, EL MÁS POPULAR DE ESPAÑA» o «Aquí está el popular LEÓN SALVADOR con sus famosas hojas PIELES ROJAS». En cada ciudad a la que acudía se hacía anunciar por su discípulo, Quinito García, quien le sucedió siguiendo las triquiñuelas de su maestro. Una de sus más graciosas ocurrencias fue la de dejarse crecer durante un tiempo el pelo que le llegaba a la cintura para acreditar la eficacia de un específico crecepelo que vendía.
A lo largo de una vida azarosa y errante en la que desempeñó trabajos de toda índole (pinche, friegaplatos, novillero, actor, camarero, corista de zarzuela o campeón de lucha grecorromana) adquirió experiencia, desparpajo y oratoria. Hasta su barraca se acercaban no solo aldeanos curiosos y militares sino también abogados y personas destacadas del mundo de la cultura que escuchaban embobados sus disertaciones. El ilustre profesor e historiador D. Ángel Allue Horna le citaba en sus conferencias y en las crónicas de la ciudad de Valladolid que publicaba en el Norte de Castilla en los años cincuenta bajo el epígrafe Recuerdos de Ayer: «Parece que le estoy viendo encaramado en aquel estaribel construido con unas simples tablas y parapetado en una auténtica torre de maletas de las que, como cuerno de la abundancia, iban saliendo desde aquellos relojes Rosko Patent, hasta las cuchillas de afeitar Piel Roja, pasando por los juegos de cubiertos y cuchillos Solingen, amén de las medallas de la Virgen de Lourdes para la nena y las plumas estilográficas fabricadas, según sus expresiones convincentes, en «plake-oro», punto de iridio y alimentador automático; todo ello made in USA, para el nene, a quien había que proporcionar instrumentos de cultura desde la infancia, pues si de pequeños -decía León Salvador- se les regala una pistola, no nos podremos extrañar de que a los veinte años maten a su padre».
Al igual que cualquier torero afamado, León Salvador recorría las ferias más destacadas de toda España donde vendía toda clase de objetos. Su especialidad eran los relojes, a los que llamaba «patatómetros». Importaba género de Suiza, Francia e Italia hasta que con la Guerra Civil se cerraron las fronteras y sólo podía comerciar con productos nacionales dedicándose casi en exclusiva a las cuchillas de afeitar Piel Roja que fabricaban en Irún expresamente para él.
PINCELADAS AUTOBIOGRÁFICAS
Dice León Salvador en una breve autobiografía5 https://gw.geneanet.org/lsalvador1?lang=en&n=salvador+pascual&oc=0&p=leon:
«Fui el octavo de nueve hijos venidos al mundo de Lorenzo y Marcela Pascual. Parece ser que fui a nacer a eso de las dos de la tarde según consta en mi partida bautismal, pero a la una según declaró mi padre ante el Registro Civil el 28 de junio de 1874, en la calle de Cantarranas número 11, en La Pedraja de Portillo, un pueblecito de Valladolid».
El «manchao» sobrenombre que le viene por las secuelas que le dejó en el rostro un brote de viruela, formaba parte de una familia numerosa de nueve hermanos y aunque dice que nunca le faltó para comer, esas eran muchas bocas a alimentar para un pastor del Raso, así que pronto decide abandonar su casa y recala en Barcelona donde gana sus primeros cuartos como pinche de cocina y con pequeños papeles en el teatro, a la vez que se entretenía participando en algunas capeas.
En 1892 es llamado a filas y se incorpora al batallón Almansa en la isla de Cuba donde le hicieron cabo. Una vez licenciado es cuando realmente encauza su camino como charlatán y sacamuelas. Además de acompañar al prestidigitador Onofroff retoma la zarzuela y el teatro donde, casualmente, le dan a recrear un papel de charlatán con el que tuvo un éxito notable. Cuenta que la mayoría de las tardes acudía al Paseo Colón de Barcelona atraído por un famoso charlatán, Pedro Gómez “Perico” con el que comenzaría su carrera.
En 1895 contrae matrimonio con Remigia Ruiz González con la que tendría tres hijos, residiendo en Valladolid, primero en la calle Miguel Íscar y luego en Zúñiga, Gamazo y Ferrocarril.
ANECDOTARIO
Salvador era asiduo a las tertulias de los bares, especialmente las taurinas, el alterne y el juego. Ganó dinero a manos llenas y hubiera sido millonario de haber sabido administrarse, pero con la misma facilidad con que lo ganaba, se lo gastaba. Un día cuando le preguntaban si había ganado mucho dinero, su mujer que le acompañaba respondió: «Tal como llegó, el juego se lo llevó».
Aunque, a veces, también le sonrió la fortuna como en aquella ocasión en que apostó a favor de un caballo blanco en una importante carrera francesa que le sirvió para ganar unos miles de francos gracias a los cuales pudo regresar a casa.
Durante las ferias de San Mateo en Valladolid se celebraban campeonatos en el campo de tiro en los que competía con tiradores de consolidada fama del Regimiento de Isabel II como los oficiales D. Juan Hernández Díaz o D. Manuel Sánchez, donde eran habituales las apuestas entre los propios participantes.
Por otro lado, no solo el juego y las apuestas diezmaron su capital, Salvador era un hombre generoso y contribuía con importantes donativos para los centros benéficos de la ciudad de Valladolid. Desde donde estuviese hacía llegar su giro correspondiente y también aportaba algún regalo a la tómbola que la Asociación de la Prensa instalaba en la Plaza Mayor en favor de los periodistas desvalidos.
Otra de sus anécdotas más divertidas sucedió en el desaparecido Teatro Pradera de Valladolid en el año 1908. En esa ocasión un luchador japonés llamado Rakú, no encontraba rival en su especialidad de jin ji sú en la que sus llaves eran temibles para los contrincantes. León Salvador se ofreció como contendiente y le aguantó unos meritorios minutos. Apareció en el escenario con un escueto atuendo que se limitaba a un pantaloncito corto, y en un momento de la pelea, a la respuesta de una llave del japonés se le saltaron los botones del pantalón y estos cayeron al suelo entre el regocijo de los espectadores, Salvador quedó como Dios le trajo al mundo y con gran naturalidad se subió los pantalones y expresó: «¡un momento señores, voy a que me cosan los botones!».
Su verborrea más de una vez provocó las iras de los comerciantes. Durante los San Fermines de 1920, el Ayuntamiento de Pamplona, le concedió el permiso bajo la advertencia de que no toleraría que profiriera frases injuriosas o molestas hacia los otros comerciantes, pues además de ser corregidas severamente, supondría la supresión del permiso. Al finalizar las fiestas, León, no obsequió a la ciudad con los fuegos artificiales o un concierto como acostumbraba, si no que se dirigió a la alcaldía y depositó en ella sus beneficios, como donativo para la Casa de la Beneficencia. No tomaba a mal esas proclamas y en tono jocoso decía ser mártir de los improperios que le echaban: «así revientes de repente que nos estás poniendo el cocido tres kilómetros más allá de la luna».
Dentro del mundillo taurino fue seguidor de grandes toreros de la época como Fernando Domínguez, Joselito y Manolete de quien se hizo buen amigo. Su popularidad era tal que cuando acudía a la plaza de toros a presenciar la corrida, el público le vitoreaba como si fuera un maestro más del cartel.
No es de extrañar su pasión por los toros al ser natural de la zona del Raso donde pastan toros moruchos castellanos que tenían el privilegio de romper plaza como ganadería más antigua.
SU LENGUAJE
Su brillante oratoria le hizo merecedor del atributo de Don León Salvador y por ello se le recuerda en muchas ciudades como Vitoria, Pamplona, Valencia, Sevilla, Barcelona, Castellón, Valladolid, y sobre todo Bilbao. «Cuando subía al tenderete era como si sacara algo mágico de su cabeza. Parece que le estoy escuchando», son palabras del «Perna» un banderillero que fue durante muchos años ayudante de León Salvador en las ferias del Pilar de Zaragoza. El Heraldo Alavés describe así su llegada a las ferias de la Virgen Blanca: «…llegó León Salvador y se cerró el senado, cualquiera habla estando delante Salvador, habla bien, mejor que un bachiller».
Entre sus incondicionales, algunos vallisoletanos célebres le citan como el escritor Francisco Umbral:
«manchao, vallisoletano ilustre en las artes castelarias…yo niño de la postguerra me escapaba a la Plaza Mayor en las mañanas de los años cuarenta para que D. León Salvador me aupase a su tenderete. Mi mano fue a veces la mano inocente que engañaba a los paletos y les daba duros a cuatro pesetas. En la maleta de León Salvador revuelta de corbatas y hojas de afeitar marca Piel Roja perdió mi mano la inocencia para siempre».
O el periodista Ángel de Pablos:
«En el fondo de la plaza iracundo en sus apóstrofes León Salvador subasta por dos duros tres relojes con más gente y mano izquierda que el Conde de Romanones»6 Mi Valladolid de entonces. El Norte de Castilla, 16 de septiembre de 1951.
Tal era su fama que muchos vendedores ambulantes suplantaron su identidad tal y como se muestra en el siguiente pasquín publicado en el año 1929 en el Norte de Castilla:
«Aviso interesante.- Teniendo conocimiento de que algunos desaprensivos que a sí mismos se llaman hijos de León Salvador, para vender con engaños sus averiadas mercancías, avisamos por medio de este anuncio a los vecinos de todos los pueblos de esta provincia y de las limítrofes que León Salvador no tiene sustitutos en su profesión ni engaña con duros de chocolate a nadie. Vende honradamente sus artículos y con la seriedad propia con que siempre lo hizo».
SU MUERTE
En agosto de 1949 la prensa de toda España se hizo eco de la muerte de León Salvador. «Perna» describe así su óbito:
«Las cosas de la vida son cosas que solo la vida entiende. Perdone mi filosofar, pero ya verá cómo se aclara, don León murió arruinado, una tarde de agosto, hará lo menos diez años, se quedó como un pajarito en uno de los butacones de un hotel bilbaíno, nadie estaba con él, y me refiero a sus íntimos. Mientras trabajaba se sintió mal, se le estranguló la hernia y no pudieron hacer nada por salvarle, me han contado que no llevaba ni dos reales en el bolsillo. Como es de ley entre los hombres que viven del trabajo de cada día, se hizo una colecta y le costearon una cruz y un entierro. Su fortuna había desaparecido entre unos y otros»7 https://www.heraldo.es/noticias/blog/2010/01/19/leon-salvador-mejor-charlatan-espana-1256106-2261124.html.
El entierro fue todo un acontecimiento, el cuerpo se trasladó desde el hotel Maroño, donde se hospedaba a la Catedral de Santiago donde se ofició el funeral. Sus restos reposan en el Cementerio de Vista Alegre de Derio.
D. Antonio Carrero le despedía en el diario La Vanguardia con estas bonitas palabras:
«La gente creerá que únicamente se ha ido para siempre un personaje pintoresco, un factor decorativo y ruidoso de las ferias, pero sólo algunas personas que le conocieron a fondo, saben de la enorme calidad humana, del fondo entrañable, del gran corazón de León Salvador, maestro de charlatanes» 8hemeroteca.lavanguardia.com/preview/1949/08/31/pagina-4/32831130/pdf.html?search=león salvador.
Pocos hombres habrán gozado de tan justa fama entre el gran público, no solo vallisoletano, sino de todo el territorio nacional que con su desaparición perdieron la figura más representativa de toda una época ferial.
Joaquín Díaz durante la inauguración de la exposición Vendiendo en la calle el año 2019 en la Casa Revilla de Valladolid, afirmó: «bien merece un homenaje, León Salvador, uno de los mejores comunicadores»9 https://www.elnortedecastilla.es/culturas/arte/siglo-venta-ambulante-20190627135816-nt.html y razón no le falta para ello. Por eso he considerado sacar a la luz de nuevo a este peculiar personaje del que cuentan que cuando realizó un viaje a Suiza para contratar la producción de una fábrica de relojes, al extrañarse su director de que su cliente no tuviera una dirección a la que remitir la compra, le aseguró ser tan conocido que bastaba con poner su nombre y España. Pues bien, a los cinco días, tenía el pedido en sus manos. Su nombre fue tan respetado que en 1968 el tenor Alejandro Rojo Salvador, envía una carta al director del Norte de Castilla identificándose como sobrino del famoso subastador y solicitando ayuda para poder regresar a España.
León Salvador es el ejemplo vallisoletano de un oficio de los de antes, difícil de desempeñar. El consiguió llevarlo a su máxima expresión con tal carisma que tras tantos años todavía se le recuerda. Su historia es tan interesante y llena de anécdotas que daría para libros y guiones de películas.
FUENTES DOCUMENTALES:
“León Salvador de torero a charlatán” por Vicente Viñals, Mundo Gráfico, 19 de enero de 1932.
“León Salvador, el mejor charlatán de España” Mariano García. Blog – Tinta de hemeroteca.
“Así hablaba León Salvador” por José María Iribarren en Diario de Burgos 27 agosto 1949.
“Charlatanes de Valencia, León Salvador fue el rey”. Rafael Solaz.
“León Salvador, rey de los charlatanes de Antonio Carreño, La Vanguardia Española 31 de agosto 1949.
“El más famoso charlatán de todos los tiempos” Carlos Bacigalupe.
«¿Quién da más por menos dinero?» Joaquín Díaz, El Norte de Castilla 2012.
Hemeroteca El Norte de Castilla, ABC, El Heraldo Alavés, Diario de Burgos, La Vanguardia.