Hoy dedico esta publicación a narrar la historia de unos jóvenes de Villafrades, de cuna humilde, que en el siglo XIX emigraron a La Rioja y emprendieron diversos negocios en los que trabajaron duro y con el tiempo llegaron a amasar considerables fortunas y su propia riqueza. Consiguieron ser renombrados financieros, y pasaron a formar parte de lo que se ha dado en llamar burguesía industrial.
Después de haber visto cómo la industria textil de la Tierra de Campos, que empleaba abundante mano de obra juvenil, se derrumbase debido a posturas proteccionistas para industrializar el textil catalán emigraron a zonas donde aún se mantenía esta actividad cómo Ortigosa, Torrecilla, El Rasillo o Valgañón en la sierra de Cameros. Emparentaron por matrimonio con familias de las más importantes de la sociedad riojana del textil, y por medio de estrategias de casamientos deliberados, aseguraron la continuidad del patrimonio, que también les sirvió para su promoción social. Todos ellos desempeñaron puestos como concejales en el Ayuntamiento de Logroño o diputados de algún distrito provincial y de alguna manera contribuyeron a mejorar la historia de la vida cotidiana de la ciudad y especialmente de la Sierra de Cameros.
Este trabajo continúa y complementa otro anterior publicado hace años en villafrades.net sobre los emigrantes a La Rioja y dedicado en su día a la memoria de Leopolda de la Rosa.
Estado de la cuestión
Hubo un tiempo en que los pueblos de Tierra de Campos fueron florecientes e industriosos y además de la agricultura y ganadería trabajaban la fabricación textil y la arriería. Las ferias castellanas eran centros del comercio lanero, tocino, salazones, pescados frescos y salados, especias, frutas de las huertas del Cea, cebollinos de Aguilar de Campos, avellanas de Boadilla de Rioseco, legumbres, y granos de los pueblos de toda la zona; pero especialmente lo eran de paños, bayetas, mantas y estameñas que fabricaban los terracampinos en sus propias casas; y también de los curtidos y zapatos de Villarramiel, Castromocho o Villalón.
En el siglo XVIII, habían perdido importancia estas ferias, pero se mantenían los mercados semanales donde aún acudían mercaderes y marchantes gallegos, asturianos y montañeses a comprar grano y proveerse de toda suerte de comestibles y géneros que se comerciaban. Aún se conservan algunas sendas y caminos del tráfico de mercaderías clandestinas hacia los florecientes mercados de Villalón, como la senda de los marchantes, que desde la Nava pasa por el despoblado de Villacilda para llegar a la villa del Rollo; o la senda de las gallinas o camino de los contrabandistas, que transcurre desde la ermita y despoblado de San Pedro de Acebes, atraviesa Torreherrín, entre Herrín y Villafrades, y se introduce en Villalón.
Se mantenía la industria textil de la riqueza del ganado lanar, en particular de la oveja merina, y muchos vecinos tenían telares corrientes en sus casas en Autillo, Fuentes, Capillas, etc. donde confeccionaban sus paños. En poblaciones pequeñas como Villafrades o Villabaruz la mayor parte de sus habitantes se dedicaban a la hilatura de lana y hacer calcetas y medias. Los maestros tejedores alternaban su ocupación con las faenas agrícolas o ganaderas, constituyendo una actividad complementaria para la economía familiar.
Con la mejora de las vías de comunicación, sobre todo con la inauguración de la carretera de Palencia a Castrogonzalo en noviembre de 18631Los últimos días del mes de noviembre de 1863, con gran satisfacción general se abrió al público la carretera de primer orden de Palencia a Castrogonzalo que suponía dar salida y vida a la agricultura y el comercio de Villalón y su radio productor a la par que se acababan las penalidades pasadas en la mayor parte de las estaciones del año por aquellos dedicados al transporte por infernales caminos. Dieron comienzo los actos de inauguración en Villafrades donde fueron recibidas las autoridades por una comisión del Ayuntamiento con repique de campanas y danza, según la antigua tradición. Siguieron los actos en Villalón con misa, procesión, hogueras y bendición de la vía frente al hospital San Roque, amenizados los actos por la banda del hospicio de Palencia.; la mecanización del textil catalán, que no se produjo en Castilla, y la concentración de la industria lanera en Sabadell y Tarrasa, empezó a languidecer este tipo de comercio, y dio comienzo la emigración rural de Tierra de Campos. Esta emigración se convirtió en masiva a finales del siglo XIX y fueron muchos los jóvenes que, no teniendo empleo en sus pueblos como aprendices, oficiales, cardadores o canilleros, se instalaron de un modo permanente en diversas regiones de España como Madrid, Toledo, Asturias, Cataluña, La Rioja, pero principalmente en Galicia.
Villafrades de Campos, pueblo pequeño de esa franja llamada riñón de Campos, lejos de grandes núcleos urbanos, había padecido una feroz inundación del río Sequillo en 1793 quedado su padrón muy diezmado, ya que la ferocidad de las aguas había destruido 70 casas de las 73 que formaban el pueblo. Había mucha pobreza, viviendo como se podía con lo que el terruño les proporcionaba, y muchos eran los que se dedicaban a la arriería y comerciaban con el Norte de España y La Rioja con lanas, cueros, azafrán, reses vacunas, especias y sobre todo con medias de la fábrica local. Desde siempre los villafradeños abanderaron estos oficios donde destacaba la verborrea y el desparpajo, ya que sabían elogiar sus productos hasta límites insospechados.
Estos arrieros locales que antes permanecían eventualmente en las ciudades con sus géneros, pero que eran vecinos del pueblo y dieron paso a los queseros, pronto se incorporaron a estas capitales industriosas. Se establecieron en ellas con su propio negocio y arrastrando consigo en muchos casos a familiares y conocidos dando paso a una serie de comerciantes ilustres que dieron fama al pueblo.
Pedro Joseph Ramos Rodríguez (1816-1884)
Nació en Villafrades, en la calle Carnicerías, el día 31 de enero de 1816. Hijo de Eusebio Ramos, de oficio labrador, y Martina Rodríguez. Fue el mayor de tres hermanos. Juan José y Miguel continuaron en la villa, el primero como agricultor y el segundo, militar un tiempo y propietario a su regreso. Procedían de una familia de un buen nivel social, pues sus abuelos Santiago Ramos Rodríguez y Joseph Rodríguez Rosa eran agricultores de varias generaciones y hermanos de la cofradía del Santísimo. Sin embargo, con su padre, Eusebio, el capital había venido a menos y se vio en la obligación de deshacerse de servidumbre.
A la edad de cinco años, Pedro, vio como los conflictos sociales que se producen durante el llamado Trienio Liberal (1820-1823), que comenzó con el levantamiento de Rafael del Riego, llevaron a su padre y tío Pablo a prisión al ser acusados de realistas y pertenecer a la cuadrilla de Inocencio Emperador2En 1821 se habían producido pequeños alzamientos de campesinos que se veían perjudicados por el capitalismo liberal y veían con recelo el nuevo régimen, mostrándose partidarios de conservar las antiguas estructuras realistas. La tensión había aumentando y las insurrecciones en el campo tomaban forma de partidas encabezadas por algunos mandos que habían sido combatientes en la guerra de la Independencia. El más famoso el Cura Merino. En el Archivo Municipal de Villafrades un documento hace mención al asunto: “6 de agosto de 1821 por medio de un exhorto del sr. juez de primera instancia se ha mandado tomar razón según lo prevenido en la Real Orden del 15 de mayo en el artículo 3º de cómo se ha seguido causa criminal contra Inocencio Emperador y otros de conspiración contra el sistema constitucional en la cual han sido implicados Pablo Ramos, vecino y natural de esta villa de estado casado y de oficio labrador y Eusebio Ramos, su hermano de la misma vecindad y naturaleza del mismo estado y oficio fueron en el día destinados a presidio por otra causa y pareceres, para que siempre conste lo pone la presente en Villafrades y agosto 6 de 1821 como secretario de ayuntamiento Gregorio Ramos Herrero”. A.M.Vi.. No sería la única vez que la familia se vio involucrada en estos asuntos, pues en julio de 1843, durante la noche de Santiago y día de Santa Ana se produjo un pronunciamiento, en Villafrades, de una cuadrilla compuesta de más de veinte unidades y encabezada por su abuelo paterno Santiago Ramos Rodríguez, disparándose tiros durante la noche en distintos puntos de la localidad. Un movimiento que trataba de resistirse al pago del tercio de las contribuciones y a las políticas de Espartero.
Dotado de un alto espíritu emprendedor, Pedro, se trasladó a Logroño como dependiente, y luego se instaló con su propio negocio de curtidos en la calle Mercado 96 que había aprendido de su tío Felipe Ramos, de oficio guarnicionero y que ya transitaba por Castilla en busca de trabajo en 1821. Además, en el negocio vende lanas para colchones, cordeles y todo lo concerniente al ramo del calzado y guarnicionería.
Pronto se relaciona con la burguesía industrial del textil riojano y muy especialmente con la familia fabricante de paños y bayetas en Ortigosa de Cameros, los hermanos de la Riva, y se anima a iniciarse en la política en los años sesenta figurando como concejal en el Ayuntamiento de Logroño durante la alcaldía de D. Francisco Díez en 1868. El 10 de agosto de 1872 sale también elegido diputado provincial por el distrito de Torrecilla de Cameros, pueblo natal de Mateo Sagasta, al que unía una estrecha amistad3La amistad con los Mateo Sagasta va más allá de su procedencia de Torrecilla de Cameros, pues la familia tenía casa tienda en Logroño en la calle Gallarza con buenas relaciones comerciales y la actividad de Pedro Ramos..
La época de mayor actividad económica de Pedro Ramos tiene lugar a mediados del siglo XIX, cuando se incorpora al mundo de las finanzas con el fin de canalizar todas las transacciones comerciales de los curtidos y paños, creando la “Banca Pedro Ramos”, contribuyendo con ello al desarrollo de la ciudad de Logroño. También en esos años empezó a ofrecer servicios financieros a las empresas de la región.
El negocio va viento en popa y el 28 de mayo de 1868 compra al también comerciante riojano José Pueyo Viñas una manzana de casas en las calles Ruavieja y Marqués de San Nicolás, lo que eran por entonces las arterias principales del casco antiguo de Logroño. Entre ellas se incluye el edificio del antiguo Teatro Liceo, por un importe de 6.200 escudos. Además, el comprador, Pedro Ramos, ha de respetar el contrato de arriendo firmado con la Junta del teatro por el tiempo de cuatro años4Julián Bravo Vega y Francisco Domínguez Matito. El Liceo de Logroño (1868), localización de buen nuevo espacio teatral. Universidad de La Rioja 2010..
El Liceo es por entonces muy importante para la ciudad de Logroño y la edificación del mismo se halla dentro de ese modelo de transformación de la ciudad que acontece con el espíritu de “La Gloriosa“ y del que es representante cualificado D. Práxedes Mateo Sagasta. No en vano el edificio será visitado en 1873 por Amadeo I con motivo de la concesión del título de Príncipe de Vergara al General Baldomero Espartero. Siempre se etiquetó a Pedro Ramos de “esparterista” por la buena relación existente entre ambos durante los últimos años de vida del general, no en vano, fue uno de los promotores e integrantes de la comisión municipal que decidieron encargar al arquitecto Francisco de Luis y Tomás un monumento al general Espartero en el centro de la ciudad, cuya aprobación se realizó en pleno de 1871 y fue costeado por suscripción nacional5Este capital inmobiliario sería vendido años más tarde por su hija Inocencia Ramos y su yerno Perfecto García Jalón..
Tuvo Pedro Ramos, de su matrimonio con Prudencia Igurguiza, dos hijas, Rosa, que se casa en 1879 con Pedro de la Riva y de la Riva, hijo del fabricante pañero de Ortigosa de Cameros, Esteban de la Riva y su esposa Leona de la Riva, cuñada de Simeón García. Rosa, a pesar de morir muy joven, junto con su marido y cuñados, contribuyó con donativos a un comedor escolar en Ortigosa de Cameros donde comían gratuitamente los niños de Peñaloscintos y Los Molinos, dos aldeas de Ortigosa, y a la mejora del material escolar. Fallece poco tiempo después, pues cuando se produce el también fallecimiento de su padre el 6 de febrero de 1884 solo tenía como única heredera a su otra hermana Inocencia Ramos Igurguiza que contaba 19 años y estaba casada con el Senador Perfecto García Jalón.
Fue accionista junto con Facundo Sengáriz (alcalde de Logroño) del Banco de Logroño, y como muy bien dice D. Joaquín Giró, “entendía que la mejor vía para mantener y aumentar el patrimonio pasaba por el matrimonio y es el protagonista principal de un perfecto ensamblaje de apaños matrimoniales cuya máxima eran los bienes trasmitidos”6Joaquín Giró Miranda. Familia burguesa y capitalismo industrial. Este tipo de enlaces de conveniencia, muy habituales también en Villafrades, no era por lo tanto novedoso para Pedro Ramos que veía con cierta naturalidad las uniones entre individuos de ascendencia común, de una misma familia, para lo que se requerían una previa dispensa papal. Pedro como hemos mencionado con anterioridad había casado a su hija Rosa con Pedro de la Riva uno de los descendientes del linaje de la Riva Navarrete que monopolizaban todo el sector textil ortigosano, pero antes también había encontrado esposa en la misma familia para su sobrino predilecto Eugenio Herrero, quien se casa en 1875 con Leopolda de la Riva (hermana también de Pedro) y que darían comienzo a una serie de matrimonios cruzados entre primos con el fin de conservar y cerrar cualquier puerta abierta a la salida del patrimonio.
Eugenio Herrero De La Torre (1845-1910)
Pedro Ramos, favorecido por la fortuna, pronto llama a su amparo algunos familiares a los que situó en una envidiable posición social. Uno de ellos es su sobrino y convecino Eugenio Herrero, al que pronto, introduce en sus negocios. La relación de ambas familias ya era muy estrecha en el pueblo, prueba de ello es que, a la muerte de Eusebio y Martina, los progenitores de Pedro, será Joaquín Herrero, padre de Eugenio, su testamentario y la persona encargada de custodiar los bienes de la familia hasta el reparto de ellos entre los herederos.
Nacido en 1845 y bautizado en la iglesia de San Juan Evangelista, era hijo del agricultor Joaquín Herrero Pastor, quien viudo de Antonia Pastor, se había casado en segundas nupcias con María de la Torre Ramos, esta natural de Abarca. El matrimonio, que residía en la calle Carnicerías, tendrá varios hijos más: Julián, Modesta, Trifona, Valentina, Indalecio, y Genoveva.
La incorporación al negocio de Pedro de su sobrino llegado del pueblo, y tras un corto periodo de aprendizaje como dependiente, hace que al poco tiempo la sociedad pase a denominarse Pedro Ramos y sobrino, con sede en la calle Mercado nº 90. No había podido elegir mejor socio, pues ve en su sobrino la continuidad de su misma persona, y su incorporación dio un nuevo impulso a la sociedad. Eugenio era un hombre trabajador y de verdadera inteligencia, quien dio gran crédito al negocio y muy especialmente a la casa de banca, realizando un capital considerable, y alcanzando brillante posición social en la ciudad.
En 1875, como he mencionado anteriormente, Eugenio se casa con Leopolda de la Riva y de la Riva. Al enlace acudieron los fabricantes Primo y Cándido de la Riva y el financiero Pedro Ramos, su tío, como testigo. El matrimonio tendría cuatro hijos; Federico, Encarnación, Joaquín y María. Los dos primeros, Federico y Encarnación, se casarán en 1902 con dos sobrinos hijos de su cuñado Enrique de la Riva de la casa Riva y García de Barcelona (Benigna y Enrique de la Riva Ruiz), lo que denota claramente como estos enlaces entre primos carnales obedecen a una política de estrategia similar a la de la figura de Pedro Ramos y continuada por su sobrino Eugenio, consiguiendo de esta forma la unión de las casas Herrero y Riva, y Riva y García. Su tercer hijo Joaquín se casará con Teresa Olano de Jandraz de las bodegas Federico Paternina7Boda de Joaquín con Teresa de Olano, sobrina del conde de Figols y hermano de la señora de Francisco Escrivá de Romaní y Roca de Togores: Del enlace celebrado en la parroquia de San Jerónimo se hace eco la prensa local: “Esta tarde a las seis, se ha celebrado en la capilla del Carmen de la parroquia de San Jerónimo, el enlace matrimonial de la bella señorita Mª Teresa de Olano de Jandrad con don Joaquín Herrero de la Riva, banquero de Logroño. Los novios vestían traje de calle y la desposada lucía una bellísima toilette de brectchwanpz guarnecido de renard, regalo del novio. Actuaron de padrinos doña Lucía Jandrad, viuda de Olano, madre de la novia, y don Enrique de la Riva, y firmaron el acta por parte de la novia, don Francisco Escrivá de Romaní y Roca Tagores y don Jopsé Prieto Ortiz de Urbina, y por parte del novio, don Ángel Ramón de la Riva y don Leopoldo Martínez Olmedo. Terminada la ceremonia canónica los novios y familiares se trasladaron al Hotel Ritz donde fueron obsequiados con un espléndido lunch” Diario La Rioja, 3 de febrero de 1933. y su hija menor, María Herrero será religiosa.
La casa de banca giró bajo la denominación de Pedro Ramos y sobrino hasta 1880 en que cambió a Ramos, Herrero y Riva, ya en su nueva sede de la calle Bretón de los Herreros nº 1, por la incorporación a la sociedad de un nuevo socio, Pedro de la Riva. El patriarca, Pedro Ramos, aportará el capital para fundar esta sociedad dedicada igualmente al negocio y operaciones de banca, junto a los socios Eugenio Herrero, su sobrino, y Pedro de la Riva, su yerno y cuñado del anterior. La incorporación al negocio del nuevo socio fue muy valiosa y oriento una parte importante del negocio a la exportación de vinos. Pedro de la Riva, además de las actividades en esta casa de banca, se mantuvo siempre en las esferas del poder local formando parte de la Junta Municipal y en 1893 como teniente alcalde del Ayuntamiento de Logroño. También formaba parte de la logia masónica Unión Ibérica.
Tras el fallecimiento de Pedro Ramos en 1884, la denominación social volvió a cambiar de nombre, según consta en un almanaque anuario del año 1879 del comercio e industria de la ciudad de Logroño, a, Herrero y Riva banqueros y curtidos y su dedicación principal a la compra de oro, giros de letras sobre España, Ultramar y Extranjero y la compra de valores cotizables en Bolsa. Con el fallecimiento de Rosa Ramos y el nuevo matrimonio de Pedro de la Riva con Rufina Sengáriz, hermana del alcalde de la ciudad, toma importancia en la sociedad su sobrino Enrique de la Riva, también yerno de Eugenio y hombre humanitario y caritativo. Según L. Martínez Olmedo: “Doña Encarnación Herrero y su esposo D. Enrique de la Riva, ambos de un corazón bondadoso, continúan las labores benéficas con fines sociales de algunos antepasados y en 1910 por iniciativa de ellos, además de contribuir con espléndido donativo y la aportación de limosnas a varios hijos de Ortigosa, se construyó un puente de hierro de 54 metros de altura para salvar una profunda garganta que hace la hoz del río y dar mayor comunicación al pueblo”8Leopoldo Martínez Olmedo, Monografía de la villa de Ortigosa de Cameros. Madrid 1945. Pag. 59. Pocos años después este mismo matrimonio costeará algunas obras en la Iglesia Parroquial de San Martín, que fue pintada y dotada de unas bonitas vidrieras, y la construcción del monolito del Sagrado Corazón de Ortigosa.
A finales del siglo diversifican su negocio introduciéndose en la especulación de vinos en Cenicero y en la compra de varias empresas y de la Sucursal del Banco de España en Logroño. Canalizó, en los años ochenta del siglo XIX, el 80% de los protestos bancarios de la ciudad de Logroño y tuvo contactos, con cuenta abierta como corresponsal, con entidades financieras de Haro (Casa de Bidat y Etcheverría), Calahorra (Casa Sres. Moreno y Cía), Barcelona (Sres. Garriga Nogués Hermanos, Antonio Freixa y Sres. Vidal Cuadra Hrnos), Madrid (Sres. D. G. Rolland y Cía, Romualdo de Céspedes y Sobrino, Sres. León y Laffite y Cía y Felipe Tatau), Zaragoza (Villarroya y Castellanos), y de otras ciudades nacionales como Cádiz, Santiago de Compostela, Valencia, Bilbao; y extranjeras como Bayona (Sres. Jules Gommes y Cía.) y París9Joaquín Giró Miranda. Familia burguesa y capitalismo industrial. Pág. 191.
En 1898 traspasan su negocio de los curtidos a sus dependientes Pedro Zabala y Juan Herrero. Este último lo mantendrá en solitario y luego su viuda durante muchos años, como almacén de curtidos y lanas Juan Herrero, en la calle Marqués de Vallejo, 8.
El gran poder económico de las casas de banca, llevaba a sus personajes al ambiente político, no en vano grandes figuras de la época como Sagasta o Espartero estaban muy vinculados y mantenían excelentes relaciones con esta sociedad, por ello no es de extrañar ver a Eugenio, aunque casi siempre rehuía el ocupar cargos políticos, como concejal y teniente alcalde del Ayuntamiento de Logroño, como lo sería su cuñado Pedro de la Riva o su hijo Federico, todos ellos militantes, no podía ser de otra forma, del Partido Liberal sagastiano. Militó siempre en este partido liberal, en el cual era muy considerado, aportando su cooperación eficaz y dentro de él dio siempre una nota de moderación y transigencia.
Los últimos años Eugenio con la salud un poco quebrada, sufrió de diabetes, los dedica casi en absoluto a su familia y supervisar sus negocios, cuya gestión había delegado en sus hijos. En 1902 cesa también como vocal de la junta de Beneficencia, aunque siguió apoyando proyectos sociales de escuelas y pósitos como los de San Román y Nieva de Cameros.
Fallecería el 30 de octubre de 1910, sucediéndole al frente de la sociedad su hijo Federico. Acudía todos los años a las aguas de Vallaharta (Córdoba) que le resultaban muy saludables y buenas para su salud. Ese año había ido acompañado de su hija María, pero al regresar por Madrid cogió un enfriamiento que empeoró su enfermedad. En la capital, su amigo el senador García Jalón quiso que se hospedase hasta que remitiese la enfermedad, pero Eugenio mostró empeño en regresar a casa, empeorando en el camino, uniéndoseles en Miranda su amigo el concejal Emilio Francés, quien telegrafió a su familia informándoles de la gravedad. Su salud fue agravando por momentos, falleciendo el domingo día 30 de octubre.
La muerte de Eugenio Herrero fue muy sentida en su pueblo natal, pero aún más en Logroño, ondeando a media asta la bandera del Ayuntamiento y Circulo del Partido Liberal. Después de los solemnes funerales que se cantaron en la colegiata de La Redonda, se verificó el entierro, al que asistió una muy numerosa y distinguida concurrencia. El fúnebre cortejo se puso en marcha por las calles más céntricas, siendo su paseo presenciado por infinidad de riojanos. Era llevada la caja mortuoria por empleados de la casa de banca y de las cintas que pendían tiraban diversas personalidades de la ciudad.10Los portadores eran los comerciantes pañeros don Antonio Garrigosa y don Ricardo Viguera; el abogado y procurador don Tomás Hernández, el alto grado militar don Eduardo Mato; el ingeniero y presidente de la Cámara Patronal, don Marcos Rezola y su compañero en el Ayuntamiento, concejal y socio de las bodegas Franco Españolas, don Emilio Francés. Todos grandes amigos del finado.
Presidian el duelo los gobernadores militar y civil, diputado a Cortes don Miguel Salvador, alcalde don Francisco Iñiguez Carreras, exalcalde don Vicente Infante, canónigos don José G. Melgosa y don Eusebio Martínez de Olmedo, maestro de ceremonias de la catedral de Madrid e íntimo del finado, y don Pedro de la Riva y don Federico Sanz, en representación de la familia. Al llegar frente al Ayuntamiento y Circulo Liberal se detuvo la comitiva. Cerraba el duelo la carroza-estofa arrastrada por seis caballos empenachados y servida por palafreneros.
El diario La Rioja dedica la primera plana al suceso y una biografía del finado. “El señor Herrero llevaba muchos años dedicado al comercio y a la banca; primero en compañía de don Pedro Ramos, después con don Pedro de la Riva, demostrando siempre una laboriosidad ejemplar un perfecto conocimiento de los negocios y una gran seriedad. Añádase la fortuna que suele acompañar a quienes reúnen las anteriores condiciones y se comprenderá que los negocios mercantiles hayan proporcionado un gran capital al señor Herrero, como recompensa a sus buenas cualidades y a sus desvelos (…) En vida se supo hacer respetar por sus excepcionales dotes para el trabajo”11Diario La Rioja, 1 de noviembre de 1910..
Eulogio Pastor Herrero
También natural de Villafrades era Eulogio Pastor quien había nacido un 12 de septiembre de 1878. Hijo de Francisco Pastor y Trifona Herrero, esta hermana de Eugenio. Ya de joven decide abandonar el pueblo y encaminarse a Logroño en busca de futuro, donde estaba su abuela María de la Torre y se incorpora como dependiente del negocio de curtidos de su tío Eugenio. A la vez se matricula como alumno nocturno en la Academia Mercantil de Logroño, creada por la Cámara de Comercio para formar a los jóvenes aprendices.
No tarda en adaptarse a la ciudad y en 1901, junto a varios jóvenes, constituye una sociedad de baile titulada El Recreo Mercantil con el único objetivo de proporcionar a la juventud un medio de distracción y esparcimiento que tendrá su domicilio en la calle Sagasta 31 frente al fielato, formando parte Eulogio de la junta directiva con el cargo de secretario. La participación de Eugenio en la vida social y cultural de la ciudad fue muy intensa pues también aparece en las juntas directivas del Gran Casino, Cámara de Comercio y Cámara de la Propiedad Urbana.
Durante esos primeros años del siglo XX, Eulogio, es un joven que tiene inquietudes por emprender y ganar dinero, por ello compagina su empleo como dependiente con gestionar la redención de remplazo de quintas a los soldados desde su domicilio en Muro de las Escuelas, 1. El interesado que deseara verificar su redención de soldado antes del sorteo, podía optar por las condiciones y precios señalados para obtener la redención a metálico por las Cajas del Estado, y todas estas tramitaciones las realizaba Eugenio por un módico precio.
El 6 de septiembre de 1905, estando aún empleado en casa de su tío Eugenio, contrae matrimonio con Petra Ibáñez Martínez, hija del cortador de curtidos, don Adolfo Ibáñez. Se verificó el enlace en la Parroquia de Santa María de la Redonda, saliendo los desposados para Zaragoza y Valladolid, pues quería presentar su esposa a sus parientes del pueblo.
Se hace cargo en 1908 de una afamada relojería en la calle Bretón de los Herreros nº 2, esquina a Sagasta. La cercanía de la parada de los coches de línea, había convertido aquella esquina del Espolón en punto preferente de la sociedad riojana de principios del siglo XX. Los emprendedores villafradeños de esa época, sabiamente habían instalado sus negocios en este triángulo neurálgico que incluía la calle Víctor Pradera donde también tenía su establecimiento de curtidos y galletas la familia Alonso también de Villafrades. A su alrededor se arremolinaban tratantes de ganado y se cerraban multitud de negocios y tratos.
Durante décadas el reloj Bergerón de la tienda de Eulogio, que él mismo daba cuerda a diario desde el interior, marcó puntualmente las horas de logroñeses y visitantes. Así pues, también Eulogio, poco a poco había adquirido una buena posición social en la ciudad riojana y su economía era boyante como lo confirman el hecho de que durante esa época persistiese en la idea de edificar una nueva torre en la iglesia de su pueblo e instalar uno de sus flamantes relojes que el mismo costearía, cosa que finalmente por una pequeña polémica no se llevaría a la práctica.
Tras fallecer Eugenio Herrero en 1910, Pedro de la Riva le confiere poder y facultades amplias junto a Joaquín Herrero hijo del finado y le invita a participar en su negocio. La nueva sociedad Banco Herrero, Riva y Cía, se constituye en 1914 entre los hijos de Eugenio Herrero (Federico y Joaquín), Eulogio Pastor Herrero y Félix Martínez Sáez. En 1915 amplían el negocio con una sucursal en Calahorra donde el sector conservero estaba fuertemente posicionado; y en 1919 la sociedad adquiere las bodegas Paternina de Ollauri y la Cooperativa Católica de Haro, contratando a uno de los bodegueros más famosos, Etienne Labatut. También llevaba la cuenta corriente del Sindicato Agrario Católico de Ortigosa de Cameros. Terminó esta banca siendo absorbida por el Banco Santander de Rafael Botín en septiembre de 1942. Su afán inquieto hace que, tras la absorción del banco, Joaquín Herrero y Eulogio Pastor se embarquen en una nueva aventura urbanística e inmobiliaria constituyendo la sociedad Edificios y Terrenos S.A.
Eulogio también fundó en 1918 un almacén de cueros, curtidos Eulogio Pastor, en la calle Capitán Gallarza, 6, que empleaba a un buen número de aparadoras, que hacían cortes pareados para zapatos y vendía material para zapateros y guarnicioneros de toda La Rioja. En 1940 vende este negocio a su cuñado Vicente Ibáñez Martínez, y pasó a llamarse entonces Curtidos Ibáñez. El establecimiento, que funciona en la actualidad, lo heredaron Vicente y Julián Domínguez y cambió al nombre actual de Curtidos Domínguez.
Del matrimonio de Eulogio y Petra Ibáñez, hija del famoso comerciante de curtidos riojano, don Vicente Ibáñez, nacerán cuatro hijos (Milagros, Alberto, Mª Carmen y Francisco Javier) a los que pronto involucra en sus negocios. Alberto y Mari Carmen, formaron parte como accionistas de las bodegas Paternina, y Milagros nos resulta más conocida. Tras casarse con el ingeniero industrial logroñés Fernando Cabañas, un sobrino del afamado confitero riojano Celestino Solano. Al fallecer su esposo, en 1960, Milagros, dotada de gran espíritu empresarial, y que había sido formada en el aristocrático colegio de religiosas La Asunción de San Sebastián, impulsó y dio a conocer a todo el mundo los caramelos Viuda de Solano que se elaboraban con leche de burra. Amplió y modernizó las instalaciones, desarrolló nuevos productos y llegó su marca a estar presente en 70 países. Viuda de Solano se constituyó como sociedad anónima en 1963 y perteneció a sus fundadores hasta 1988 cuando fue adquirida por el grupo Fosforera Española.
Todos recuerdan en Villafrades, sobre todo las personas mayores, que cuando alguien del pueblo iba a Logroño y entraba en la tienda, Milagros les obsequiaba con grandes bolsas de caramelos sin cobrarles un duro y les decía: “En esta casa a las gentes de Villafrades no se les cobra”.