El pasado día 15 de mayo subí como suelo hacer todos los años hasta la ermita de San Isidro para ver la procesión y disfrutar de lo poco de tradición que se puede ver hoy día. Como de costumbre acompañada por el sonido de la dulzaina y el tamboril. En esta ocasión Alberto Gala, tras la jubilación del gran Librado Rogado que durante tantos años acompañó esta fiesta, y Pedro Pérez interpretaron jotas a los pocos bailadores, más bien bailadoras, que se lanzaron a echar un baile al santo y así animar y alegrar el evento. Uno siente cierta nostalgia al ver que poco a poco va perdiendo realce esta romería de tanto prestigio y esplendor en épocas pasadas, con la decadencia de las tradiciones populares. Celebraciones folklóricas, que constituyen el alma del pueblo, y que a pesar de haber sobrevivido muchos años, están en declive.
Al coincidir en domingo, la pradera presentaba una afluencia numerosa de romeros que durante la liturgia, llenaron el pequeño templo donde se veneran las imágenes del patrón de los labradores y su esposa Santa María de la Cabeza, ambos obra del maestro Juan de Ávila.
Al subir la cuesta, hoy adecentada, los comerciantes con unos pocos puestos de avellanas y las tradicionales rosquillas animaban a comprar los productos típicos de esta romería. El entorno de la ermita y la cercana Fuente de Salud no tiene nada que ver con el estado de hace años y hoy es un espacio natural y marco incomparable para la realización de todo tipo de actividades recreativas y de ocio, recordando el plantío de arboles que se hizo en 1766 desde la calle Tudela hasta la subida de la ermita y que diera nombre al paseo de San Isidro. Ojalá consigan los hermanos cofrades que la festividad de su Patrono recobre su antiguo esplendor, completándola con importantes actos sociales y populares, como decía el presidente de la Cámara Sindical Agraria, don Francisco Bocos en 19621El Norte de Castilla 17 mayo 1962.
Cofradía de San Isidro
El hecho de que hayan desaparecido los libros de la cofradía hace imposible obtener nuevos datos que complementen los ya publicados por buen número de historiadores y etnógrafos cómo Rojo Vega, Alonso Ponga, Canesi, Ortega Rubio, Ventura Pérez, etc. y por ello nos ceñiremos a ellos y a sus fuentes.
Se fundó en 1494, entonces titulada de Nuestra Señora de la O y Bendito Isidro Labrador, teniendo su sede en la Iglesia de San Andrés a la que pertenece. Tras la canonización del santo por Gregorio XV en 1622 aprobaron reglas y tomaron la decisión de hacer una capilla en la propia iglesia o edificar una ermita. Según consta en documento existente en el Archivo Municipal, el 9 de junio de 1692 hay una petición de los labradores de la ciudad para “que se les abone lo que se les debe por la ocupación de limpiar las calles, traer arena y leña para la fiesta del casamiento del Rey, con el fin de poder realizar con ello una ermita a San Isidro en el paramillo que esta según se va a La Cistérniga, a la derecha”2A.M.Va.: Expedientes de pagos pendientes de formalizar CH 118-33.
La obra fue realizada por los propios cofrades, quizá por ello se trate de un edificio religioso de los más humildes de la ciudad con muros de tapial y carente de ornamentos. Para poder edificarla, únicamente se les permitió levantar una sola torre y campana, sin pila bautismal ni Santísimo Sacramento expuesto3Anastasio Rojo Vega. La ermita de San Isidro. El Norte de Castilla, 23 de mayo de 1997.. Venía a ser sede y lugar de reunión y rezos de los hermanos, pudiendo ser enterrados en ella.
En principio solo podían pertenecer a ella labradores que fueran propietarios de algún viñedo o finca rústica no pasando del numero de ochenta4José Luis Alonso Ponga. La cofradía y ermita de San Isidro Labrador en Valladolid. El Norte de Castilla, 14 de mayo de 1992.. Comparada con las grandes cofradías penitenciales que entonces existían, esta congregación gremial de labriegos era realmente pobre y de fondos tan reducidos que su función en los primeros años era muy modesta.
García Chico informa: “15 de mayo de 1700. Día de gran fiesta; primera procesión por los aledaños de la ermita. Confalón primoroso bordado con hilos de oro. Vistosos danzantes de tierra de Portillo. Carros con toldo engalanados con frutas de la tierra y repletos de viandas. Gente moza bailando a la rueda al compás de las notas alegres de la dulzaina y el tamboril aldeano…A los pies del cerro, camino abajo, la fuente de agua milagrera que ningún romero deja de beber”5Esteban García Chico. Papeletas para la historia de Valladolid: La ermita de San Isidro Labrador, El Norte de Castilla, suplemento semanal, 12 de mayo de 1963. Poco después se instaura la tradicional colación del “pan y quesillo”, azucarillos y vino que permanece en la actualidad.
La fiesta adquirió un fuerte arraigo popular y se plantaron árboles y bancos para hacer más liviana la subida de los romeros. En 1822 la Cofradía pide al Ayuntamiento que se les entregue el producto de la venta de arboles cortados en el camino de la ermita6A.M.Va.: Expediente de aprovechamiento CH 374-14.
Al estar extramuros de la ciudad hace que sea destinada a hospital en casos de epidemias. En 1800 para evitar la introducción de una epidemia de tifus o fiebre amarilla, llegada desde Andalucía, se establecen controles en las puertas de la ciudad y se habilitan las casas extramuros de las Puertas de Tudela, propiedad del Convento de San Pablo y el Colegio de los Ingleses para cuarentena y la ermita de San Isidro como almacén de géneros procedentes de los lugares infectados7A.M.Va.: Expedientes de epidemias CH 631-123. También en 1885 durante la epidemia de cólera sirvió como hospital y lazareto para convalecientes.
Concursos de arada
No conocí los famosos concursos de arada, pero oí hablar a los más ancianos de mi pueblo, de esos grandes acontecimientos agrarios y folklóricos que se organizaban para honrar la fiesta del Patrón en un amplio páramo del campo de San Isidro, atestado de público. También me contaban Flaviano, Epifanio y Pacucho, que en paz descansen, cómo recordaban aún esa estampa de la romería con los carros engalanados y los bailes nocturnos que organizaba el Círculo de Recreo en honor de las mozas labradoras donde se celebraba un concurso de trajes típicos castellanos y los danzantes villafradeños volvían a echar sus lazos, encandilando al público asistente.
Eran los años cuarenta del siglo pasado y estaban muy de moda los famosos torneos de arada durante esta celebración, y fueron invitados a participar, junto con las mozas del grupo Educación y Descanso de Villada y el dulzainero Juan Cuevas, “Galindo”, para escoltar con sus danzas la procesión y amenizar el concurso de arada de 1948. Se pegaron un verdadero tute, pues acompañaban a los danzantes con sus pasacalles el desfile de los carros enjaezados, ocupados por las mozas labradoras y aradores, desde la iglesia de San Lorenzo, donde eran bendecidos por el párroco, hasta la ermita. Acompañaban el séquito los dulzaineros y redoblantes que participaban en el concurso de dulzainas.
Todo comenzó en plena Guerra Civil, en 1938, por una iniciativa surgida en el seno de la Cofradía de San Isidro y apoyada por la Delegación Provincial del Servicio del Trigo, para premiar al labrador que mejor arase sus tierras, evidenciando lo identificados que se hallaban en sus propósitos los cofrades con todos aquellos impulsos del agro castellano, y deseando que la mano abandonase la espada para empuñar el arado.
Para la hermandad, el arado era el instrumento más representativo del trabajo del hombre, y la herramienta más importante y transcendental del cultivo, a la vez la tarea más dura y difícil de ejecutar. “No basta que el profesional de la tierra posea músculo para el esfuerzo que ha de realizar, ni aquellas dotes de abnegación necesarias a la dureza y obscuridad de un trabajo. Un buen labrador, ha de ser, además, inteligente y hábil. Necesita serlo para cortar el terreno, buscando la mejor orientación de los surcos para la más fácil recogida de las aguas y la más favorable defensa de los vientos. En el trazado de los cortes ha de conocer la condición de las tierras y su estado y las clases de cultivo que se propone realizar para el empleo de unos u otros instrumentos y elegidos estos, con arreglo a aquellas resultancias, ha de saberlos emplear para que todo el trazado sobre el suelo tenga la debida y uniforme profundidad” 8El Norte de Castilla, 6 de mayo de 1938..
Apoyada la idea desde el primer momento por las autoridades, Gobernador Civil, Ayuntamiento, Cámara Agraria, Sindicato Nacional del Trigo, bancos, fábricas de harina, casas de maquinaria, de abonos y entidades agrícolas, etc. con importantes donativos que aseguraban un elevado número de premios. Pronto se llega a duplicar la cantidad pensada, lo que representara un éxito considerable. La noticia es acogida con entusiasmo en todos los pueblos de la provincia y se pide la implicación de los alcaldes rurales con el fin de mantener el estímulo y contribuir con todo entusiasmo y apoyo a la mejor y más eficaz actuación del arador que ha de representar al pueblo.
Según el reglamento, el alcalde y jefe de falange de cada municipio serán los encargados de designar el labrador más competente y de mejor conducta, el cual con su oportuna credencial, se presentará en la cabeza de partido para tomar parte en la prueba de selección. Si no se ponen de acuerdo en la designación estas autoridades podrán recurrir en demanda de consejo al señor cura párroco. En estas pruebas de semifinales se elegían los diez mejores aradores de la provincia, siendo nominado un arador por cada cabeza de partido. Los concursantes ganadores deberían estar a las doce del día del Santo, con sus pares, en la ermita.
La prueba consistía en hacer:
1º Un surco con arado romano y aparejado con colleras y yugo.
2º Un surco con arado de vertedera fija y ganado aparejado con tiros y balancín.
3º Un surco con arado giratorio y ganado aparejado como el anterior.
4º Un corte de ida y vuelta con máquina sembradora.
5º Un surco con arado de vertedera fija, ganado aparejado con tiros y balancín, pero sin ramales.
Por la mañana se celebraba un acto religioso ante la Virgen de San Lorenzo con bendición de los pares participantes, desfile de las mozas labradoras con carros artísticamente engalanados y ataviadas con vestidos típicos, cantando y bailando; sorteo de los cortes del campo para las pruebas y baile al son de la charambita y el tamboril de danzas típicamente castellanas. A las cuatro de la tarde daba comienzo el concurso presidido por el ministro de agricultura o doña Carmen Polo, algunos años. Finalizado este acto las mozas y aradores en sus carros desfilaban de nuevo por las calles de la ciudad hasta el Ayuntamiento para la entrega de premios. Terminado el agasajo municipal los concursantes se trasladan a la Diputación donde se celebraba una recepción en honor de los participantes y una fiesta de carácter castellano con danzas al son de la dulzaina y tamboril. Por la noche baile, en el Casino de la ciudad, la fiesta homenaje a la mujer labradora y concurso de trajes típicos castellanos patrocinado por esta entidad vallisoletana y teatro en el Lope hasta altas horas de la noche.
Hoy una exposición de aperos y maquinaria antigua de labranza en una nave de reciente construcción, pintada con un mural de Pascual Aranda propone a los romeros un viaje a ese pasado agrario de nuestros pueblos y rinde homenaje a esos grandes concursos de arada que se dieron hasta el año 1956 que se decide trasladarlos a septiembre dentro de las fiestas de San Mateo. Sería el fin de esta gran fiesta castellana.