Primeras referencias históricas
Es difícil precisar el origen de las actuales danzas, existiendo muchas teorías sobre el asunto. Es evidente que hasta que no tengamos algún dato histórico sobre el particular que nos pueda ayudar a conocer no solo cómo eran las danzas primitivas sino cómo han evolucionado hasta nuestros días, no podremos fijar con certeza su procedencia y solamente podemos limitarnos a hacer meras suposiciones ateniéndonos a citas y noticias de etnógrafos e historiadores de cierta fiabilidad, aunque en ningún caso se manifiestan con rotundidad sobre el asunto, limitándose a hacer puras conjeturas sobre su procedencia. De ahí que como muy bien dice Aurelio Capmany, el análisis de tal transformación sería interesante, pero nadie se ha atrevido a realizarlo, sin duda porque la ausencia de documentos precisos daría a este trabajo el carácter de hipótesis.
Tampoco está nada claro su carácter, pues mientras algunos apuntan hacia connotaciones guerreras o de lucha, otros las dan más bien un carácter gremial y cualidades propiciatorias de fertilidad, siendo posible la evolución o coexistencia de ambas posibilidades.
La danza actual puede bien ser el resultado de una amalgama de usos que se han ido superponiendo en el tiempo y cabe pensar que, como apuntan Sánchez de Barrio y González Paredes las actuales danzas, de nuestros pueblos no se diferencian en exceso de las rituales danzas del Corpus.
Las primeras noticias que aparecen de alguna danza llegan de la mano de Homero y Plutarco que describen algunas danzas antiguas que se remontan a la civilización griega, donde las familias más acomodadas se enorgullecían de practicarlas y era disciplina obligada de los jóvenes espartanos que se preparaban para la guerra.
Capmany cita la danza de los Lapitas: «según dice Luciano, era penosa y difícil porque había que imitar en ella los combates de los centauros y de los lapitas, lo que exigía mucha fuerza; por esto quedó relegado a las gentes del campo que lo practicaron durante muchos siglos, originándose de ésta algunos de los bailes españoles que se practican aún por los aldeanos».
De las danzas de la época de Pirro o pírricas (de ahí su nombre) dice Artemis Markessinis que era la danza de Ariazna que realizaban los Kouretes cretenses «con ligereza corrían en círculo, girando con expertos pies tan suavemente como la rueda del alfarero…y corriendo formaban líneas para encontrarse unos con otros». Y otra de «Pirras», líder de la danza o «projoreumenos» que salta con las manos levantadas por encima de la cabeza delante de cuatro chicos emparejados que se golpean los muslos con las manos con una ligera flexión de rodilla».
Este mismo autor señala que los romanos heredaron de los griegos el gusto por las danzas pírricas para honrar a Marte y le consagraron una serie de pasos llamados «bellicrepa» que imitaba las figuras de un combate.
El antropólogo e historiador D. Julio Caro Baroja relaciona una danzan de animales, también griega, titulada «la grulla» que según é mismo señala «era propia de hombre solos, que en sus evoluciones imitaban los rápidos saltos de esta ave».
Plutarco dice también que Teseo al llegar a Delos instituyó una danza en torno a «Geranos» o altar de los cuernos, en la que al parecer los bailarines imitaban en sus pasos la marcha sinuosa de Teseo en el laberinto de Creta, lo que justifica los movimientos serpenteantes de los danzantes.
Curiosamente entre algunas danzas que se representaban en el siglo XVI durante la celebración del Corpus o la Cruz de mayo figuran dos danzas de grullas que llevaba el maestro de danzas y tamborilero Frutos Casado y otra de Juan de Marbán, titulada danza del minotauro.
Otras referencias de estas danzas antiguas las tenemos en los danzantes «salios» según cuenta J. Laurentisus Lydus de Apamea: «un hombre vestido con pieles, era llevado fuera de la ciudad, golpeado con largos palos de madera blancos y expulsado como si fuera «Mamuriua». Esta referencia de las danzas de Mamuruis que estudia Julio Caro Baroja la completa con una cita de Sevio en la que se dice que los danzantes saliares imitaban en sus danzas el oficio de herrero dado en la leyenda a Mamurius.
Algunos autores apuntan la teoría que estas danzas antiguas llegarían a la meseta con los Vacceos (rama de los celtíberos que ocupaba la actual Tierra de Campos), pueblo este que según Estrabón, fue famoso por sus ritos y típicas danzas con que los jóvenes demostraban su fuerza, coraje y habilidad para ser considerados adultos y lograr el estatus de guerreros durante los sacrificios en las noches de plenilunio. Aurelio Capmany dice que estas danzas formaban parte de la cultura romana y se introducen en la cultura de los íberos durante la etapa de la romanización. Veneraban, al tiempo de los plenilunios, a un dios sin nombre especial, cantando a coro y danzando en solemne festejo las familias delante de sus casas al son de la gaita ibérica o la tibia vasca, constituyendo sus anales históricos las canciones épicas y poemas donde se inmortalizaban las glorias obtenidas por los individuos de la tribu. En tiempo de paz gozábase la juventud en cantar romances acompañados con vistosas danzas guerreras. En general todos los pueblos hispanos sentían gran afición a las danzas bélicas y simulacros de combate.
Mª Belén González en un estudio sobre la danza de Cisneros y sus orígenes, asegura tener noticias ciertas de que ésta nace en la sociedad pastoril y que el rabadán dio paso a la figura del chivorra, siendo su origen posiblemente celta.
Es posible que de algunas de estas danzas encontremos vestigios en los actuales paloteos pero como muy bien señala Antonio Sánchez del Barrio el paso del tiempo ha hecho que se modifiquen y adquieran un significado diferente.
Según creen los historiadores estas danzas fueron suprimidas por los Godos por considerarlas irreverentes y guiados por la religiosidad piadosa de alguno de sus príncipes cesaron estos espectáculos.
Representaciones del Corpus
Las noticias más concretas y ya con cierta credibilidad de danzas de palos nos vienen dadas de las primeras fuentes relacionadas con la festividad del Corpus Cristi. Aparecen las vestiduras blancas de danzantes que acompañan a tarascas o monstruos intercalando los paloteos con las representaciones de Autos Sacramentales que realizaban, bien los propios danzantes o ganapanes contratados para tal fin y realizados sobre tablados o carros triunfales esmeradamente adornados. Amplia información sobre las solemnes procesiones del Corpus Cristi las podemos encontrar en El estío festivo de Julio Caro Baroja y Folklore y costumbre de España de Aurelio Capmany.
Antonio Sánchez del Barrio señala que: «los paloteos se hacen habituales en estos actos desde los primeros tiempos de la ceremonia, y pudiera ser el mínimo costo de su puesta en escena la causa de tan temprana aparición, ya que los danzantes pertenecían a cada agrupación o eran contratados por un precio mínimo».
Los autos escenificados versaban sobre el ensalzamiento y alabanza del Sacramento de la Eucaristía y temas religiosos o vidas de Santos. En un principio, solo se diferenciaban de las danzas por la manera de representarse, ya que el contenido era semejante. Aunque por ciertos indicios se colige que antes se usaron, con toda certidumbre no consta hasta el año 1538 en que se concertó con Juan de Calzada y Cristóbal Sánchez un “abto al Sacramento” para el día del Corpus en Rioseco.
Algunos problemas surgieron con los autos de contenidos que no fueran religiosos, ya que supervisados previamente por los regidores o mayordomos no siempre eran del agrado del clero.
Testimonio de la representación de estas comedias en Villafrades son los asientos que aparecen en 1603 en las Cuentas de Cofradía del Santísimo Sacramento que se tomaron a Alonso Merino siendo mayordomo y Pedro Madrigal el abad en los que se describe de manera muy detallada la realización de este tipo de autos, la construcción del tablado o el gasto con los danzantes:
«Fiestas.- Item se le recibe en descargo a dicho mayordomo dos mil y doscientos y cuarenta y cuatro maravedies que costaron los vestidos y aparejos que se dieron a los que representaron en Nª Sª el día del Octano del Santísimo Sacramento en las dos comedias que se hicieron».
«Item dos reales que pago de hacer el tableado y esto y la partida de arriba pago por medio la Cofradía del Sacramento».
«Danzas.- Item se le recibe en descargo a dicho mayordomo quinientos y cuarenta y nueve maravedíes que gastó con los danzantes el día de la dicha fiesta en les dar de comer y aparejos y lo pagó por mitad por el concerto de la Cofradía como va dicho y la cupo a su parte lo dicho».
En este momento ya tenemos noticias de que los danzantes en su repertorio además de realizar los paloteados acompañan con bailes típico y singulares el discurrir de la procesión y bien pudieran ser éstos los actuales pasacalles y danzas valseadas.
A partir de 1575 aparecen en Villafrades indicios de estas danzas a través de la existencia de procesiones y las colaciones que se daban por la festividad de la Octava del Corpus y en la víspera de la festividad de la patrona. Es en el año 1600 cuando se detalla explícitamente según cuenta que se tomó a Juan Pastor mayordomo que fue de Nª Sª de Grijasalbas:
«Fiesta de la Octava del Corpus.- Item que se recibe en descargo al mayordomo quinientos treinta y seis maravedíes en traer unos vestidos de unos danzantes y mascaras y aparejos y en darles de comer aquel día para honrar la procesión y la fiesta de la Iglesia».
Con relación al documento anterior referente al alquiler de máscaras y aparejos para hacer la danza de Villafrades, hemos de señalar por entonces según fuentes de otras localidades de la provincia «ya llevaban trajes de holandilla pintada al óleo de modo que pareciera damasquillo de India, ropillas justas con medias mangas, medias boticas argentadas y cintas de color a los lados, sus arcos y aljabas a la espalda, cabelleras negras y rostros feos, vestidos de holandilla encarnada de medio cuero arriba y de pellejos de cabrito de medio cuerpo abajo, llevando en las manos unas mazas para troquear con buena perfección y aseo»…»Con el mismo cuidado que al atavío de los personajes, se atendía a que bailaran bien e hicieran bonitos y diferentes lazos y si intervenía un intermediario para la realización de la danza, se le imponía la condición de buscar buena gente que supiera danzar y la de danzar el mismo con su persona».
Con el florecimiento de las cofradías en los siglos XVI y XVII se convertirán en habituales en las fiestas de algunas de ellas, esto nos indica la vinculación entre este tipo de danzas y las cofradías y asociaciones gremiales siendo éstas incluso las que costeaban los gastos el día de la fiesta. Una de las más celebradas era la del Santísimo Sacramento el día de la Octava del Corpus como lo ilustran los libros eclesiásticos en similares asientos que aparecen año tras año en Villafrades. Así aparece otro documento en 1610: «Fiesta del Octavo del Santísimo.- Item se le recibe en descargo mil maravedíes que gastó en la fiesta de la Octava del Santísimo Sacramento que se le hizo en la Iglesia de una danza y comida que se les dio».
Las danzas procesionales también está presentes en otras fiestas distintas a las de la Octava del Corpus, como son la Cruz de Mayo, Nuestra Señora de Agosto o Septiembre que solían ser las fiestas patronales: «Fiestas.- Item se le recibe en descargo doce reales que gastó en las danzas el día del Octavo de la dicha Iglesia. Item gastó el día de Nª Sª de Septiembre cuando se hizo la fiesta de la dicha Iglesia con los que vinieron a representar a Gatón y la música mil maravedíes en todo».
Existe la posibilidad de que en estas fechas se llegasen a realizar danzas dentro de alguna pastorada o auto de Navidad, pues hay asientos de colaciones y pago a músicos el día de la víspera de Navidad. Las composiciones de obras o autos para celebrar la Navidad como ésta de Pedro Suárez de Robles, impresa en Madrid en 1606 eran frecuentes en los siglos XVI y XVI. «Han de salir los pastores en dos hileras repartidos: delante de ellos el que tañe el salterio o tamborino: al son irán danzando hasta el medio de la iglesia y allí harán algunos lazos».
A partir de los primeros años del siglo XVII hay noticias precisas que permiten conocer los pormenores que acaecen en torno a la danza y que no difieren en lo sustancial con la que se sigue haciendo en la actualidad. Así hay asientos de refrescos, comidas y colaciones para los danzantes, etc.
Durante esta etapa cobran gran importancia las mudanzas y movimientos de las danzas, así como los trajes y atuendos que vestían los danzantes a la hora de ejecutarlas. Así aparecen cargos en las cuentas de las cofradías de zapatillas, libreas, tafetanes y aparejos para los danzantes de Gatón en las Nieves, Cuenca en San Bernardino y Villafrades por Nuestra Señora de Agosto según la toma de cuentas de la fábrica de Grijasalbas estando Alonso de Ayala como mayordomo en 1738.
Todas estas danzas eran muy populares y muy arraigadas en los pequeños pueblos que tenían su propio grupo de danzantes, no ocurría así en los grandes núcleos como las dos Medinas, Tordesillas o Villalón que tenían recursos y contrataban a los danzantes de otros lugares.
Etapa de decadencia. Siglos XVIII a XX.
El siglo XVIIII será una época de decadencia de las fiestas y procesiones de danzas que hasta la fecha se habían realizado con toda la pompa y esplendor que la ocasión lo requería. Los obispos en sus visitas episcopales con sus mandatos advierten a las cofradías que su función fundamental es el culto a Dios y a sus Santos, pasando a celebrarse más discretamente y de forma más austera lo que provoca la desaparición de algunas de ellas y la escasez de datos relacionados con sus gastos. Es en el año 1778 coincidiendo con una de estas visitas cuando advirtiendo a las cofradías de que se preocupan en exceso de funciones profanas, comidas y refrescos culpando a los párrocos de ello, suprime algunas cofradías de Villafrades como Nª Sª de Grijasalbas, San Fabián y Sebastián, el Santísimo y todas las demás, y solo han de quedar la del Rosario, Ánimas y Vera Cruz. Es por esa época cuando la Cofradía de la Virgen del Rosario asume el pago al tamboritero por tocar el día de fiesta.
Ya a partir del siglo XX es cuando el gasto de los músicos lo asume el Ayuntamiento.
Origen de los actuales lazos de Villafrades
Aunque es posible siga hoy en día la eterna discusión entre etnógrafos e historiadores en relación a los orígenes de las danzas y dando por aceptado que existieran ya durante los primeros siglos, lo cierto es que las actuales danzas o lazos de palos, según nuestra opinión, son probablemente reliquias de las procesiones citadas del Corpus y más concretamente de los autos sacramentales en los que los propios autores incluían una danza relacionada con el tema escenificado, así el Pastor podría ser en su origen una danza en torno a un auto pastoril. Las Tres Niñas y los Oficios si analizamos la representación de los propios danzantes durante el paloteo simulando distintos oficios bien pudieran ser restos de una gremial o los Cristos a una representación del Calvario de Cristo y la misma relación tendrían el resto de lazos. El Cordón se cree que en principio sería una danza de trenzado de cintas que se hacía a la salida de misa en torno a la vara del chivorra en cuya punta había una cruz y la imagen de la Virgen.
Curioso es el lazo La Virgen del Rosario que podría haberse comenzado a danzar desde el momento en que la Cofradía del Rosario asume los gastos de la danza. Bien es cierto que la fiesta de la Virgen del Rosario era muy celebrada con procesión por todo el pueblo y es el día que son nombradas (costumbre que se conserva en la actualidad) las mayordomas entrantes. Curiosa es la alusión a la cofradía en la letra.
La historia del momento haría que se incorporasen nuevas danzas como las relacionadas con la revolución francesa -concretamente Joaquín Díaz las sitúa en la Guerra del Rosellón- o los himnos que posteriormente se llegarían a danzar -fundamentalmente el de Riego- y desapareciesen otros.
Ya desde principios del siglo XX cada población tiene sus propios lazos con pequeñas peculiaridades o matices, bien en la coreografía o en el manejo de los palos por los danzantes. Todos tienen un entroncamiento común, incluso en un ámbito superior al provincial y regional.
Durante muchos años los maestros de danzas eran los propios tamboriteros que enseñaban las mismas danzas en distintos lugares así Juan Gutiérrez, tamboritero, se compromete en el año 1618, a servir tocando flauta y tamboril, a todas las fiestas del lugar de Zaratán y a enseñar a sus mozos y vecinos todas las danzas que supiere. En el testamento de Francisco Gómez (1627), maestro de danzantes, dice que tiene una cuenta pendiente con Antonio Gómez, hijo del mercader Gregorio Gómez, de sesenta y cuatro reales por los cuatro meses que le enseñó a danzar.
Otros recogen algunas danzas de localidades donde van a tocar y las incorporan al repertorio de su pueblo, así podemos ver el Vítor de Mayorga paloteado como danza de palos en Ceinos (durante algunos de los años 50 y 60 acudieron los Hispanos de Mayorga a amenizar la fiesta) o El Caracol y Las Tres Niñas en Cigales, que según la señora Eloísa Herrero, hija del tamborilero, «trajeron los músicos de otro lugar para que los palotearan los danzantes de la Virgen de Viloria. Este mismo lazo de las Tres Niñas lo recoge Miguel Manzano en el Cancionero de León como paloteo de Sahagún de Campos también con parte del texto perdido. Margarita Ortega en Villada recupera parte del texto perdido y también Carlos A. Porro lo ha recopilado en un tejido de cintas de Peñaflor de Hornija, puede ocurrir que el músico se vaya a residir a otro lugar y lleve consigo las danzas de su pueblo de origen. Este es el caso de la recopilación que hace Alberto Jambrina en Villanueva del Campo, donde dice que se bailaba, la Marcha de San Isidro de Gatón de Campos o la Serafina de Villafrades que eran pasacalles de danzantes que se llevaron los dulzaineros «Las Quintanas» naturales de Gatón y así infinidad de coincidencias que aparecen en lugares lejanos.