Elogio de la dulzaina

Los dulzaineros palentinos "Los Pardo"

Hace unos días cayó en mis manos un pequeño recorte de prensa que contiene una curiosa entrevista realizada en el año 1948 a los hermanos Pardo, afamados dulzaineros de Castromocho (Palencia), que quiero compartir aquí. Eran tiempos de decadencia para la dulzaina, un instrumento muy propio de la tradición en Tierra de Campos, cuna de grandes dulzaineros y comarca que poseía un rico legado ritual y folklórico como eran las danzas de paloteo, los punteados, las redondillas, etc. 

Como si de un raro presagio se tratara, los pocos dulzaineros, ya mayores, que aún existían le daban muy pocos años de vida, a partir de los años cuarenta las pequeñas orquestas y luego los conjuntos musicales modernos nos dieron la puntilla, decía Victorino Amo un dulzainero ciego, natural de Traspinedo, quien siendo un crío y en compañía de su abuelo, pateaba estas tierras tocando la danza y procesión de Villafrades.

Pocos años después de esta entrevista los Pardo se habían trasladado a Bilbao, al igual que lo harían los Calcón de Pedraza y Mazariegos años después a la localidad de Basauri. La delegada de la Sección Femenina apunta la conveniencia de adoptar medidas que garanticen la continuidad de la profesión de dulzainero. Igualmente, su camarada en Valladolid, Toñuca Trapote alerta de que en la provincia solo existían dos dulzaineros: Jesús García y Rodolfo Castilla. La dulzaina parecía estar languideciendo. 

Los músicos a los que nos referimos, los Pardo, eran hijos de Julián Pardo Santos un afamado dulzainero de Castromocho. Julián, desde la más tierna infancia de sus hijos los introduce de lleno en la rítmica de la música popular, y se hace acompañar en sus toques por Paco y Julianín, quienes seguirán la trayectoria de su padre como dulzaineros. 

Julián Pardo Santos acompañado a la caja por su hijo Francisco con los danzantes de Castromocho

Julián nació en Tariego de Cerrato donde aprendió de joven a tocar la dulzaina junto a su hermano Rufino. Se trasladó a Castromocho donde se casó y regentaba una taberna con la que se ganaba la vida. En el año 1922, el pequeño Paco, de talante muy inquieto, se traslada a Tariego de Cerrato para tocar en compañía de su tío Rufino, los hermanos Teodoro y Eusebio Soler, Los Rojos, y Cecilio Antolín, para volver tiempo después a Castromocho. 

Más tarde, Francisco se traslada a Madrid de lo cual sabemos por este anuncio en la prensa palentina del año 1930: A los ayuntamientos. Para las fiestas. El hijo del afamado dulzainero de Castromocho, Francisco Pardo, ha formado en unión de Cecilio Pardo una acreditada dulzaina. Nos encargamos de confeccionar presupuestos para las fiestas de todos los sitios donde se nos solicite, pudiendo ofrecer lo más nuevo de su repertorio por haber estado últimamente en Madrid donde se han perfeccionado en su arte. Pueden dirigirse a Francisco Pardo, en Tariego.

De su estancia en la capital de España nos dio referencias también el dulzainero Aureliano Muñoz, “Polilo”, en una entrevista que le hicimos Francisco García y un servidor, pocos días antes de su fallecimiento. Este dulzainero, al que enseñó el maestro Marazuela durante su estancia en el molino de su padre, nos contaba que, había un baile muy popular al que acudían las asistentas y personal de servicio los fines de semana, bailes que se habían creado especialmente para quienes no tenían acceso a ciertas sociedades de baile, y lo tocaban algunos dulzaineros, entre los que destacaba Paco Pardo.

Paco Pardo y los danzantes de Herrín de Campos

Francisco, ya era considerado como un músico de primer nivel y mantenedor de muchas danzas de esta zona de Campos. Se perfeccionó en casa de Los Adrián y junto a su hermano Julianín fueron unos dulzaineros de los más admirados haciendo un dúo superior. Componente durante cuatro años de la famosa banda de Isabel II de Valladolid, bajo la dirección del maestro Tomás Mateo, de la que tantos y tan buenos dulzaineros formaron parte de ella. Ingresó como voluntario y durante esos años se formó como músico militar de clarinete.

Aunque fueron testigos de la decadencia del folklore y las tradiciones castellanas, aún en los años cincuenta, además de los danzantes de su pueblo, durante las fiestas de Nuestra Señora de los Ángeles, tocaban para la cofradía y las animadas verbenas y bailes nocturnos, y se encargaron de las danzas de otros cercanos como Herrín y Villamartín en 1953.

Tras el traslado a Palencia donde fijaron su residencia en la calle Empedrada 14, eran asiduos de las fiestas de San Antolín de la capital y de todos los actos que se hacían con música de dulzaina. Tocaban en San Crispín patrono del sindicato de la piel (pellejeros, zapateros y guarnicioneros principalmente); en San Severo, patrono de los manteros y yuteros del sindicato provincial del textil; y la fiesta folklórica del Día de la Provincia en algún caso acompañados de los danzantes de su pueblo, Castromocho.

También acompañaron con sus dulzainas a los gigantes y cabezudos en la procesión del Corpus en Palencia y a los danzantes a los de Fuentes de Nava en 1938, y Baquerín en 1946. 

Pasodoble a Paco el Pardo. Transcripción: Ricardo Gutiérrez

Precisamente una fecha importante en la vida de los Pardo fue el 26 de septiembre de 1909 en que tocaron a estos danzantes en una de las fiestas de regocijo de mayor importancia que se han conocido en la comarca de Campos como fue la beatificación de fray Francisco Fernández Capillas. Había llegado a Baquerín la reliquia del santo y se organizó una solemne función religiosa con las calles engalanadas con arcos y guirnaldas, la imagen fue sacada entre aclamaciones hasta las eras bajas donde se había levantado el templete para celebrar la solemne misa, y donde los danzantes y botarga, al son de los Pardo obsequiaron con lazos a los miles de invitados que acudieron a la ceremonia 

Diana de Paco el Pardo. Transcripción: Ricardo Gutiérrez

Sirva esta reseña como homenaje por su fecunda labor en favor del folklore terracampino cuya herencia perduró por muchos años, pues no en vano estaban emparentados con los Melgos de Torremormojón a los que introdujeron en la música tradicional y se hicieron cargo de algunos compromisos festivos de los Pardo tras su marcha a Bilbao. También su buena relación con Mariano Gutiérrez ,cuando este ejercía como zapatero en Castromocho, al que le dijo en cierta ocasión: «…Mariano, he oído que andas con tus hijos por ahí tocando, pues cobra bien, que si cobras poco, para la gente tocas mal»

Los hijos de Mariano, Enrique y Ricardo, heredaron algunos de sus toques, como una diana a dos voces y un pasodoble que le había compuesto su amigo Jacinto Sanz, dulzainero de Osorno, cuyas partituras nos fueron facilitadas por Ricardo, quien me contaba que siendo niño escuchó tocar a Paco Pardo en Mazariegos, durante la fiesta de San Roque un Vals de las olas maravillosamente con una segunda voz que le hacía Julián que daba gusto verles. También el redoblante Marciano Senis en una entrevista de Joaquín Díaz y José Delfín Val que le hicieron en 1978 habla de Paco el de Castromocho como uno de los mejores dulzaineros.